viernes, 26 de octubre de 2018

SILLA DE ANEA

Hay días que me siento a esperarte.
Tomo mentalmente aquella silla de anea,
en el patio cordobés de mi abuelo,
y me lleno de aromas florales.
Me canta la fuente su canción de agua,
con el sonido de mil gotas tocando la piedra,
horadándola, como el hombre horada,
la tierra para hacerla fértil.
Otros son como rachas de viento,
esas que nos tiran el pelo sobre los ojos,
sin dejar que miremos de frente,
haciéndonos agachar la cara,
sacudiendo el cabello.
Hay días sin ti que huelen a misterio,
a bosque galaico,
con la Santa Compaña metida dentro y yo,
escondida tras un árbol, viéndola pasar,
sudando el miedo a perderte.
Y ese bendito otro,
ese en el que voy a buscarte,
en el que no te espero,
porque sé que estás llegando,
y no hay nada más que minutos,
que pasan tan lentos,
pero pasan y te veo venir,
y me abrazas,
y te abrazo
y nada tiene más perfume que tu pelo,
y nada me da más vida que tus besos.
Por eso,
hay días que me siento a esperarte,
sobre la silla de anea del te quiero.



imagen; google