Te comprendo pero
¿qué quieres que haga?
sigo pelando patatas
y cociendo judías.
Quito el polvo a mis sueños
porque no sé incinerarlos
y ya no lloro porque éso no me consuela.
Soy como tú
un nombre mil veces repetido
una historia no más importante
que la tuya.
Escribo y a veces me lees
también me comprendes y como yo,
pelas patatas y cueces judías.
Tenemos entre los libros
alguna hoja de pasión
recuerdo de una corta historia de amor
con la que en ocasiones se sueña.
Algún que otro parto y muchas decepciones.
Ya no lloramos ni con las cebollas
hemos aprendido a ponerlas bajo el agua
antes de cortarlas.
Ya sé que no te soy de ningún consuelo
¿qué quieres que haga?
si sigo en la cocina de mi vida
y todavía no sé que voy a hacer para cenar.
imagen: google
Jamás resignación, solo caminar al paso escribiendo el destino
ResponderEliminarUn abrazo, Mabel
No es resignación, es ser consciente de que yo no puedo arreglar la vida de otros, cada quien es responsable de la suya.
ResponderEliminarPor supuesto, no lo vi como resignación, por eso lo mencioné.
EliminarCada uno es responsable de sus pasos