YO Y MIS YOS
Las muchas que hay en mi
miran mis silencios
con el estupor de las niñas
que no hablan por no ser acusicas.
Bajan los ojos y murmuran
entre dientes por no callar del todo.
Las muchas que hay en mi
han querido ser otras
algo más fuertes
más valientes
pero no pudo ser.
Unas se escondían tras otras
la primera se disfrazaba de risa nerviosa
para defender de los listos a mis pobres yos.
Siempre quise ser otra
sin disfraces
sin maquillajes
sin aquellos tacones tan altos
que me elevaban del suelo
haciéndome sufrir de un vértigo
del que aún padezco.
Quise no vestirme con trajes de noche
ni de coctel
ni aprenderme los diálogos
de aquellas que tan sólo vivieron
en el papel que le dieron sus autores.
Y empecé a imitarlos
a escribirme
a ponerme en un papel desnuda
por ver si así desaparecía.
Nunca quise ser yo
y por no quererlo me multiplicaba.
Me asusté cuando salieron tantas
que a fin de cuentas eran
un yo repetido en distintas secuencias.
Abrí la puerta de las nubes
imaginé un suicidio colectivo
una noche de silencios
de abortos en mí y de mi misma
un pasarme al otro lado
sin que nadie se percatase
salvo mi gato que aún no vivía conmigo.
Siempre tocan las doce de la noche
cuando quiero irme pero no me dejan.
Siempre me sonríe una imagen de mujer
que no conozco y aún así
se viste de mis abrazos
se peina con mis besos
me canta la canción del agua
besa mi frente
y me pide que espere otra noche
que cuente el cuento de aquella estrella
que bajaba a dormir en el suelo
a mi lado cuando el viento callaba
para escucharme.
Se me han ido los trenes de la ilusión
los he ido perdiendo por el camino
los rieles se han llenado de hierbajos
he enterrado a una niña una joven
y una adulta entre los vagones
sin revisores y retrasos absurdos.
La mujer me enseña otras que
guarda entre sus senos
otras " yo " que aún sonríen
todavía besan
y aún cantan la canción del agua.
Tengo una maleta casi vacía
he dejado muchos apeaderos atrás
no sé si quiero llegar a otra parte
que no sea el sueño de mi propio abrazo.
Aún creo en la vida que se cansa
en el hombre que vomita frente a la belleza
que teme la verdad
que busca al conejo blanco
ignorando que es el mismo
el que corre en busca de unos guantes
que no le habrán de librar
de su responsabilidad.
Ya no hay tantas en mi,
poco a poco se han ido durmiendo
olvidándose de bajarse en las estaciones
porque nadie avisaba.
Ellas se han ido diluyendo en el tiempo
y poco a poco han de dejarme sola
frente al espejo de quien seré
cuando la hermosa mujer me pida
que la vista con mi cuerpo
dándole con desgana el último beso
que cierre mi boca.
mabel escribano
d.r.
imagen: google