Tiene la raja del tiempo
por ella se cuelan los humos de los coches,
las lluvias hechas barro,
la pluma de un gorrión ladrón de cuatro migas,
en lucha desigual contra una paloma.
La soledad se busca
en el pantalón deshilachado,
del anciano que duerme su nostalgia
en un ayer perdido entre canas que no recuerdan
cuanto sufrimiento tardaron en nacer.
Y ladra el perro su sed de caricias en el lomo herido,
en la sarna rascada,
en una libertad que ni le da de comer ni cobija su frío.
Y yo abrazada a ella busco sonreír,
encender una bombilla que dé luz a mi corazón,
poner el techo de un paraguas a tanto miedo,
tanto dolor,
tanta angustia aferrándome a la belleza,
incluso a ésa que intuyo
en el brillo del adoquín herido,
en los ya menudos y apagados ojos del anciano,
en el despeluchado gorrión vencido por el pico de la paloma,
en una tibia caricia que hace mover
la pobre cola de un can famélico.
Busco escapar montada en mi soledad de éste bucle de tristeza vértigo de paredes anodinas,
donde no tengo más remedio que animarme
gritándome que la belleza existe,
incluso dentro de éstas penas infinitas.
mabel escribano
d.r.
imagen: google