De repente todo se transforma, ayer tenía un pueblo, una familia una casa
y unos amigos con los que hablar. Un ruido ensordecedor quebró la aldea, los cuerpos los árboles, todo desperdigado por la tierra que ya no era marrón, sino roja y por momentos, de un luto extraño de un llanto sin ruido, porque tras la explosión, llegó ese silencio que todavía le dura...todo es murmullo, sin otro sentido que el no querer sentir.
y unos amigos con los que hablar. Un ruido ensordecedor quebró la aldea, los cuerpos los árboles, todo desperdigado por la tierra que ya no era marrón, sino roja y por momentos, de un luto extraño de un llanto sin ruido, porque tras la explosión, llegó ese silencio que todavía le dura...todo es murmullo, sin otro sentido que el no querer sentir.
Con la camisa hecha jirones corrió hacia su choza, pero no estaba allí.
Nada estaba en su sitio, la tierra no se movió, no se enturbió el cielo, que seguía siendo azul ni la arena dejó de levantar el polvo del ayuno de agua.
Tres hijos, una mujer y dos vacas. Eso había tenido...tres hijos, una mujer y dos vacas.
Ahora en el barco, camino a ninguna parte, ve la tierra roja alejarse y siente un miedo ancestral.
No sabe a donde va. Esos hombres le han dicho algo que no entiende, le han dado una manta y le han empujado hacia el barco que ahora le conduce a un lugar que no conoce, del que nada sabe.
No ha podido pedirle a la tierra que cuide en la otra orilla, de sus hijos, de su mujer y sus vacas.
La tierra no hará nada por él, porque el nada le ha pedido.
Se toca el cuello y como siempre se acaricia la cicatriz que le dio el honor de ser respetado por su gente. La garra de un león le dejó su marca, pero no impidió que le matase.
Entonces era joven, ahora tiene miedo de lo que no conoce.
Los hombres le empujan hacia las escaleras que se meten en el fondo del barco....dicen algo que no entiende, le miran, le hablan pero el no comprende nada...aquello que le dejó sin sonido...sin familia, sin honor.
Tiene miedo de hombres y mujeres, no sabe en que lengua le hablan, no sabe lo que ha pasado, ni a qué lugar se dirige. No tiene otro horizonte que el que se le queda atrás y sabe que la tierra no cuidará de sus hijos muertos,y se lo reclamarán cuando llegue al otro lado, a reunirse con ellos. La tierra que está alejándose...y piensa en el valor que tuvo al enfrentarse al rey, el zarpazo que no le dolió y el clamor que fue rugido al clavarle la lanza, ofreciendo la sangre a la tierra....
Entonces grita como cuando atacó a simba.
Salta al agua, no sabe nadar...pero sabe que ha de rugir para que le escuche la tierra cruzar a la otra orilla.
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