Me duele la vida
como a la guitarra, la cuerda rota
me arrastra su muerte coherente
esperada por el
con la tranquila mirada
de quien espera un autobús
que llega sin retraso.
Me duele saber que ya no está
aunque siga aquí en el pensamiento
en el alma que le llora
en los ojos que le buscan
padre y amigo de quienes creímos
que era posible
lo que algunos llamaron utopía.
Se me ha muerto el árbol
raíz y cobijo de mi pensamiento
el del caminar buscando ser él
teniendo al final algo forjado
por su propio yunque a martillazos
algo que entregar a la vida
la suya propia.
Hay un apagón en mi casa
es cierto que hay más bombillas
que tengo velas y cerillas
hay luz solar
saldrá la luna esta noche
como todas las noches
y nada parará
ni el mar dejará una ola
sobre la arena
para llorarle
y aun así llena de amargura, por su marcha
le veo sonreír, como siempre
repitiendo "Hay que ser albañil de uno mismo"
Perdona maestro, soy muy torpe
seguro que no me aprobarías
como albañil de mi vida...
Al enterarme de tu muerte
he tirado el cemento, se me han caído
la mitad de mis ladrillos y he tropezado
con todas mis vigas.
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