Digamos que el cielo
está de luto,
aunque ése azul que viste
haga que no lo parezca.
Que tu sonrisa sea una mueca,
para disimular que te ahoga,
el miedo a no tener su mano,
a mano.
Que nos callamos,
para no decir lo que tememos,
y el horizonte pase de mirarnos con hastío,
a hacerlo con cierto mimetismo,
saque sin esfuerzo,
una nube de su inmenso bolsillo,
y la haga llorar, azul y triste.
Imagen: Google
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