Hay gente que muere antes de morir.
Gente que tiene miedo a moverse,
no fuera a ser que,
alguien se percate de que existe,
truncando su esperanza de seguir viva,
pero...¿dónde?
La vida es riesgo,
respirar es arriesgarse a contraer los pulmones,
a dejar entrar en tu cuerpo el virus de la valentía,
aunque no lo sepamos.
Tal vez por eso, lloramos al nacer,
dejando el miedo en los primeros brazos que nos sacuden.
Y el sentimiento nos persigue.
Abandonado en los primeros años de nuestra infancia,
nos busca en la adolescencia.
Nos atrapa en el primer amor,
donde se hace dueño de,
las dudas y el temor al rechazo.
Somos miradas huidizas,
rubores que todo el mundo advierte,
mientras el espejo nos martiriza con un acné primerizo,
en la cara y en el alma.
Y se hace camino,
donde tan sólo había vereda.
He visto gente muerta antes de morir,
con tanto miedo a vivir,
que hicieron de su vida,
un suicidio constante.
Un día me vi en el espejo de sus pánicos,
y temiendo ser una más me lancé al vacío.
Fue un salto muy caro.
Perdí parte de mi carne,
hoy sigo pagando mi coraje,
tan sólo gané esta especie de vacuna que,
frente al reto de la vida, me da la fuerza de,
no temer perder cualquier cosa,
salvo la dignidad de caminar el tiempo que me resta,
sin miedo a mi misma.
Imagen: google
Gente que tiene miedo a moverse,
no fuera a ser que,
alguien se percate de que existe,
truncando su esperanza de seguir viva,
pero...¿dónde?
La vida es riesgo,
respirar es arriesgarse a contraer los pulmones,
a dejar entrar en tu cuerpo el virus de la valentía,
aunque no lo sepamos.
Tal vez por eso, lloramos al nacer,
dejando el miedo en los primeros brazos que nos sacuden.
Y el sentimiento nos persigue.
Abandonado en los primeros años de nuestra infancia,
nos busca en la adolescencia.
Nos atrapa en el primer amor,
donde se hace dueño de,
las dudas y el temor al rechazo.
Somos miradas huidizas,
rubores que todo el mundo advierte,
mientras el espejo nos martiriza con un acné primerizo,
en la cara y en el alma.
Y se hace camino,
donde tan sólo había vereda.
He visto gente muerta antes de morir,
con tanto miedo a vivir,
que hicieron de su vida,
un suicidio constante.
Un día me vi en el espejo de sus pánicos,
y temiendo ser una más me lancé al vacío.
Fue un salto muy caro.
Perdí parte de mi carne,
hoy sigo pagando mi coraje,
tan sólo gané esta especie de vacuna que,
frente al reto de la vida, me da la fuerza de,
no temer perder cualquier cosa,
salvo la dignidad de caminar el tiempo que me resta,
sin miedo a mi misma.
Imagen: google
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