jueves, 4 de noviembre de 2010

CELOS

Salio de la casa decidido a todo. Ya había cargado la escopeta.
Sudaba pero no tenía miedo, era consciente de las consecuencias...pero
no le importaba. Hacia meses que le entregaba hasta el último céntimo de su sueldo y ella...pero no, de esta noche no pasaba...sabía que le estaba traicionando, pero no lo iba a co ...nsentir de nuevo...
Le dijeron que aquel chino le daba más y claro, pasaba lo que pasaba.
Llegó a la esquina y la vio...reluciente...jugando con aquel oriental.
Pegó un chillido seco y acto seguido, apuntó con la escopeta al corazón de aquella ingrata.
Dos descargas fueron suficientes para abatirla.
Se quedó allí, esperando a la policía, sin decir nada. La gente chillaba.
Sonó la sirena y el agente le preguntó...ya no importaba,
aquella zorra no le traicionaría nunca más.
Sonrió entrando en el coche camino a comisaría...
allí atrás quedaba desarmada y muerta la maldita máquina tragaperras

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