Se asomó al balcón tomó la maceta y apuntó con detenimiento, dejándola caer con la satisfacción de saber que daba justo en el blanco, que se tornó rojo salpicando los pantalones y las faldas de las señoras punta en blanco y sus maridos, corbata impecable.
La policíque ha hecho.a subió los cinco pisos ante las expectación del vecindario,mientras en la calle, recogían los trozos.
Rosa abrió la puerta con cara de espanto. Tras ella, agarrado a su falda, Pedrito, con sus diez pecosos años, miraba al policía con ojos de quién no sabe de la gravedad de lo
Era la tercera vez que destrozaba una sandía del puesto de Mariano.
Rosa, suspiró,mientras pensaba cómo justificar el hecho ante los damnificados.
Percibió que hasta aquí habían llegado las cosas. Era consciente de que su hijo tendría que recibir algún correctivo pronto, antes de que rompiese a macetazos la cabeza de cualquier sandia con patas.
Mabel Escribano
(Correctora, Silvia Martínez Coronel)
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