Cuando era pequeña quería ser alguien. Claro que yo no sabía el significado de la palabra “alguien”.
Quería ser alguien como El Capitán Trueno o en su defecto Crispín. La princesa Sigrid, siempre me pareció algo pija y fuera de lugar con aquella melena lacia y rubia.
Roberto Alcazar no me gustaba tanto aunque era mucho más actual. Pedrín me parecía un muchacho “raro” aunque no sabria explicaros muy bien a que llamaba yo, por aquel entonces eso de "raro".
Al ir al colegio de monjas intentaron convencerme de que yo podía ser “alguien” si rezaba mucho; aprendía rápido y daba limosnas aparte de no comer carne los viernes, cosa que no entendí nunca dado que si mis padres pagaban algo llamado "Bula Papal" que era muy importante y costaba mucho dinero, podía comer toda la que me viniese en gana.
Decididamente después de cerciorarme de que yo en Roma habría adjurado sin dudarlo de mi religión frente a los leones
y estaba segura de que a Jesuscristo no le habría extrañado lo más mínimo,estuve segura de que no podría ser “alguien”
dentro de aquella cosa, llamada religión.
Mi idea de ser “alguien” en el mundo del teatro se derrumbó cuando mi padre sin consultar absolutamente a nadie
decidió de un día para otro cerrarme la puerta de cualquier escenario con su retiro del mundo del espectáculo.
Claro que mi padre era un hombre de ideas muy acertadas y se le ocurrió que si yo no podía ser un “alguien” por mi parte, intentaría por la suya que fuese la señora de “alguien” que por supuesto era la mejor manera de no ser absolutamente nadie.
Y así fue como, sin apenas darme cuenta...tuve dos hijos; les crié y ayudé al señor "alguien" a elevarse en su carrera, convirtiéndome a los ojos de todos en la señora de... osea en “absolutamente nadie”.
A partir de ese momento y consciente de mi éxito social, decidí divorciarme para conseguir ser una "nadie·" absolutamente exitosa e independiente.
Dejé sobre la mesilla las llaves del coche y la chequera. En el armario quedaron algunos carísimos trajes de noche para vestir a la señora de aquel "alguien" al que por el mismo precio,habia hecho de amante; esposa; madre; cocinera ; enfermera amén de asesora laboral y diseñadora de imagen.
Enfundada en unos vaqueros, con una camisa a cuadros, al subir a mis hijos en el coche descubrí con desagrado una multa en el parabrisas. Estaba a mi nombre. Por primera vez escrito en un papel oficial: MI NOMBRE.
Me reí para mis adentros, al fin había conseguido hacer realidad el sueño de mi infancia.
Al fin era alguien, dueña de mis cuentas, mis errores, mis aciertos: mi vida, sin comillas:ALGUIEN.
Oi! Mabel, felizmente para a arte e para nós, os meros mortais, você resolveu nos brindar sendo alguém, hehehe desculpe, pero, yo tengo que aprender a hablar y escribir en spagnol y asi quiem sabe yo puedo contactar te mejor... bjusssssssss voy conocer tus textos, yo adorei, muy belos tus escritos.....
ResponderEliminarun nadie con voz propia, un alguien con nombre propio, Mabel: voz, nombre y palabra... un saludo
ResponderEliminarGracias mabel. Un relato intenso y profundo. Unas reflexiones que me han servido para rememorar mi camino andado y pensar donde estoy, por qué y quien soy. Un abrazo
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