lunes, 20 de octubre de 2014

DISCRETAMENTE


Una intenta irse muriendo con discreción,
con cierta elegancia,
para que no se note demasiado,
ese alejarse de las cosas materiales,
que a fin de cuentas nada importan,

aunque importasen en su día.
La vanidad nos saluda desde lejos,
casi como una desconocida,
mientras nos preguntamos,
¿De qué me suena esa cara?.
Intentando ser la mínima expresión,
de la decepción que nos oprime,
viendo todo cuanto se hizo,
-que apenas parece algo-
y cuanto queda por hacer
conscientes de la falta de tiempo.
Y la ducha de preguntas,
de reproches,
de culpas propias y ajenas,
no nos quita el deseo,
de llegar al final tan llenas de vida,
tan bellas en nuestra decadencia,
tan sonrientes en nuestra ironía,
como para sorprender a la propia parca,
preguntándola...
¿No tenías hoy, hora en la peluquería?

mabel escribano
d.r.
imagen: Elle

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