Es difícil desvestirse,
quitarse la costumbre
de andar cubierta de todo.
Me cuesta quitarme la ropa,
o la ropa no quiere dejar
que muestre mi decadencia.
Y aún así,
me siento ufana de mis arrugas,
cierta en la flacidez de mi carne,
porque no hay desgaste sin uso,
o sin abuso y yo, lo he vivido casi todo.
Un envoltorio de timidez,
apenas abierto,
sin lazo ni etiqueta,
me impidió ser una aventurera,
de desnudo insinuante,apenas intuido.
Es éso entre otras muchas cosas,
lo que de ella me enamora,
cierta forma de quitarse,
la ropa del cuerpo.
Amo ese desnudarse,
lento y tranquilo, mirando a los ojos
sonriendo con picardía, frente a,
la pobre agitación de mi cuerpo,
que pese a la dificultad,
no tarda en desprenderse de sus miedos,
quedándose desnudo frente a su belleza.
quitarse la costumbre
de andar cubierta de todo.
Me cuesta quitarme la ropa,
o la ropa no quiere dejar
que muestre mi decadencia.
Y aún así,
me siento ufana de mis arrugas,
cierta en la flacidez de mi carne,
porque no hay desgaste sin uso,
o sin abuso y yo, lo he vivido casi todo.
Un envoltorio de timidez,
apenas abierto,
sin lazo ni etiqueta,
me impidió ser una aventurera,
de desnudo insinuante,apenas intuido.
Es éso entre otras muchas cosas,
lo que de ella me enamora,
cierta forma de quitarse,
la ropa del cuerpo.
Amo ese desnudarse,
lento y tranquilo, mirando a los ojos
sonriendo con picardía, frente a,
la pobre agitación de mi cuerpo,
que pese a la dificultad,
no tarda en desprenderse de sus miedos,
quedándose desnudo frente a su belleza.
Imagen: Umberto de Jesús
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