GÁRGOLA
Desde arriba, la gárgola la mira.
Ella tiende la ropa todos los jueves, en el terrado de enfrente.
La gárgola la mira con su inmensa boca abierta, no tanto por la premura de vaciar de agua el techo de la catedral, como por la belleza de aquella mujer.
Cuando el sol le da de cara y sus ojos lucen un violeta inusual, igual al color de las vidrieras de la catedral que cuida.
Es jueves de gozo.
De verla, de disfrutar contemplando su cuerpo, extendiéndose
como un junco al colgar la ropa.
Jueves de alegría, pese a no poder mover un músculo de su boca de piedra, babeante de agua o preñada de rastrojos, hierbas sin flores.
Es jueves de blancas sábanas; pequeños calcetines; pinzas en la boca y canciones que no logra entender....es jueves.
Desde arriba, la gárgola la mira.
Ella tiende la ropa todos los jueves, en el terrado de enfrente.
La gárgola la mira con su inmensa boca abierta, no tanto por la premura de vaciar de agua el techo de la catedral, como por la belleza de aquella mujer.
Cuando el sol le da de cara y sus ojos lucen un violeta inusual, igual al color de las vidrieras de la catedral que cuida.
Es jueves de gozo.
De verla, de disfrutar contemplando su cuerpo, extendiéndose
como un junco al colgar la ropa.
Jueves de alegría, pese a no poder mover un músculo de su boca de piedra, babeante de agua o preñada de rastrojos, hierbas sin flores.
Es jueves de blancas sábanas; pequeños calcetines; pinzas en la boca y canciones que no logra entender....es jueves.
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