He tenido la muerte de espaldas
unas espaldas anchas,
como la boca de un payaso extraño.
El color de la muerte en mis manos,
mis manos transparentes,
como el agua de las lágrimas
que mi padre no derramó
llevándoselas presas
en sus ojos hacia la nada.
Hoy he sido ayer...y ayer,
no recuerdo haber sido,
aunque miro y he escrito
tal parece que las letras son yo,
se mueven solas y yo
sólo las miro.
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