martes, 28 de julio de 2015

ORFANDAD

Cada cierto tiempo,
siento mi propia orfandad
llamando a la puerta.
Mendiga afectos que no fueron,
me llena de angustias,
su solicitud constante de una caricia,
-no por el amor a un dios-
por el amor a mi, si me lo mereciese.
Trato de zafarme,
me voy de escaparates frívolos,
de lecturas informales,
de paseos entre cientos de turistas,
con sus mapas del revés,
pero ella insiste en mostrarme,
sus manos desnudas.
¡Ya pasó!
-grito-
tratando de alejarla,
pero pegajosa insiste,
tirándome del pantalón de la memoria.
Quiero cerrar la puerta,
pero usa la cuña de mi propia desazón.
Cada cierto tiempo, se me rebela el alma
que no entiende, o no quiere entender
aquello que yo, -luego de tantos años-
no comprendo.

imagen: Vintage

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