Me gusta mirarte,
como se mira desde el hambre,
con ganas de comer,
sin querer saciarse.
Me gusta tu silencio,
enredándose en el mío,
provocando con la mirada,
el deseo no pronunciado,
y esa calma desesperada,
de las manos que quieren,
y no pueden tocar todavía,
esos dedos tensos en la espera,
de la sonrisa cómplice,
mágica señal de salida,
carrera hacia la piel y el placer.
Me gusta desear que me desees,
hincando tu mirada,
sobre la yugular de mi líbido,
que se abre aurora,
de una noche en guerra,
sin otras armas que la magia,
de tu erotismo vestido de raso,
y el mío desnudándose,
sólo para tus ojos.
imagen: Loris Kraemerh
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