domingo, 24 de junio de 2012

EL MANCO


Era un hombre extraño 
Fornido , musculoso pero con un solo brazo cortado a la altura del codo.
Yo lo miraba con la desvergüenza de una niña de siete años. Me atreví a preguntarle qué era lo que le había pasado. Él no me respondió.
Mi primo me contó que era mudo. Pero no era verdad.
En la comida, mi padre dijo del nuevo empleado, que no era un un hombre hablador, pero que le gustaba porque era serio. Venía muy bien recomendado como buen trabajador y conocedor de los montajes de teatros y circos.
Gruñía como mi perro cuando no le gustaba que le molestase, pero no era mala persona.
Llevaba algo más de un año con nosotros cuando mi padre comentó que le había pedido la cuenta. No entendía los motivos, pero él le dijo que a ese pueblo no quería volver y puesto que el teatro iba allí, él se despedía.
No le vi nunca más…Bueno, le vi en fotografías, en el bar del pueblo. En un periódico de sucesos.
Hablaban de una joven promesa de la ópera. Cantó un par de arias por la radio y vinieron a buscarle desde Madrid.
Tenía novia desde los nueve años.
Siempre anduvieron juntos. Loco de contento le contó que iba a irse a la capital, a estudiar canto, que le daban una beca, y su padre le había autorizado.
Hasta ahí es lo que explicaron en el pueblo. Carmen -que así se llamaba la muchacha- empezó a gritar que no quería que se fuera, que se iba a morir si la dejaba.
El intentó calmarla, pero ella salió corriendo hacia su casa. No vio que bajaba la barrera del tren, ni escuchó el chillido de un tenor en ciernes.
El dio un salto hacia su amor de toda la vida y todo se oscureció durante un tiempo infinito.
Dijeron que sus manos estaban juntas, como siempre. Cuando regresó del hospital se quedó callado durante horas, mirando los raíles.
No volvió a cantar. Tampoco dijo nada del brazo que murió con ella ni de su voz.
Nunca más volvió al pueblo. Nunca más supe de él.

Mabel Escribano

sábado, 23 de junio de 2012

LAS PUERTAS DEL CIELO



Sentada en la escalera, miraba con  detenimiento la llave de su casa como si la viese por primera vez.
¿Usted vive aquí?
-Me preguntó la señora Montserrat, vecina mía
desde hacía veinte años-
Yo no, me dijo sin dejarme responder-
yo vivo en el cielo pero ahora no se
abrirlo...me han borrado la puerta..mire, mire...aquí tengo la llave.

domingo, 17 de junio de 2012

A OSCURAS EN NEW YORK




Se marchó a New York porque en Barcelona las cosas estaban poniéndose difíciles.
Vendió los mejores cuadros de su exposición a menos precio del pactado con su marchante. Alquiló su estudio a un japonés amante de Gaudí y partió con seis direcciones hacia aquella ciudad que iba a ser para ella el París de los años veinte.
No dejaba nada atrás. Salvo el mar que sabía echaría de menos.
Patricio -su marchante- tenía buenos contactos en la gran manzana y le aseguró que al llegar le habrían conseguido un buen estudio para poder seguir con su obra.
Jack -el socio de Patricio en América- la esperaba en el aeropuerto.
No era un hombre muy hablador y no le importó, su ingles era bueno, pero el viaje la había cansado.
El estudio estaba en una zona algo apartada en Brooklyn.
Había sido un matadero o algo así.
Subieron en un ascensor de aquellos que salían en las películas de miedo, que tanto le gustaban a su hermano.
Era una sala inmensa unos trescientos metros, Jack le dijo que, por la mañana vendrían a traerla el material que había encargado, las telas eran enormes. Pensó en la manera de situar la sala, acondicionando una parte para vivienda.
Oscureció con rapidez y se acercó al cuadro de luz para encender la sala. Algo falló. Tan sólo le faltaba eso. Estaba muerta de sueño, no le gustaba estar a oscuras en un lugar que desconocía.
Abrió la maleta tratando de encontrar la linterna y entonces lo notó. Tras de sí un ruido silbante, una extraña respiración. Optó por quedarse quieta.
Apenas respiró para poder escuchar nuevamente el sonido....allí estaba, casi encima suyo
No se atrevía a moverse.
No supo cuánto tiempo pasó, una eternidad...Se sentía anquilosada, le dolían los riñones pero trataba de no caer al suelo. No quería hacerlo pero, recordó todas las películas americanas, Viernes trece....o catorce, no importaba...tenía frío y sudaba.
El jet lag la estaba matando, no quería caer, no quería.....y sin poderlo evitar sucedió.
Abrió los ojos, y tuvo que cerrarlos inmediatamente, sorprendida por la luz que entraba a través de los ventanales inmensos que unos operarios estaban limpiando. La llamaba una voz extraña, alguien la llamaba...
-Montse...Montse....la cara de Jack la miraba con sorpresa...
¿Dormiste en el suelo?.
No me acordé de avisarte, dentro de un rato vendrán a por los gatos.
Entonces los vio, diez o doce gatos, subidos en las traviesas del techo la miraban con cierta e irónica complacencia.

viernes, 15 de junio de 2012

LA CITA


No recordaba haber programado ninguna cita. Tampoco recordaba aquella dirección, ni aquella hora absurda para tenerla. Pero estaba en su agenda y acudió.
Nunca había estado en aquella casa, pero recordaba cada rincón. Donde estaba la cocina, el comedor y el dormitorio. 
Jamás había estado allí, pero conocía el lugar dónde estaba escondida la llave de la puerta. Tres baldosas hacía delante y dos laterales.
Buscó una llave plana de su llavero y la introdujo en la ranura, levantando la baldosa con cuidado.
Allí estaba envuelta en un trozo de periódico del año 1891. La tomó con cuidado. Se sobresaltó al ver su cara en la noticia principal.
Era su misma cara, se diría que ella misma, de no ser por la vestimenta y el peinado.
El trozo de periódico decía " Encuentran muerta a..... Aún pendientes de las últimas investigaciones, todo apunta a que ha sido un suicidio".
Suspiró mientras abría la puerta mirando la fecha.
Recordó que al despertarse aquella mañana, en el suelo, junto a la cama, había un periódico que no recordaba haber comprado. Por alguna razón lo metió en su bolso. Lo sacó con nerviosismo presintiéndolo sin verlo, entonces comprendió.
Su imagen, la misma que reflejaba el espejo en que estaba mirándose, figuraba en primera plana con el siguiente texto "Encuentran muerta a.....Pendientes de las últimas investigaciones, todo apunta a un suicidio".
Tomó el trozo de papel, envolviendo la llave con cuidado., salió a la puerta colocando el paquete bajo la misma baldosa.
Entró en la casa y dirigiéndose a la alcoba...tomó una silla, sobre la mesilla de noche, perfectamente preparada, estaba la cuerda de cáñamo.
La ató a la magnífica araña de cien luces que brillaba en el techo y pasando su cuello por el lazo, empujó la silla dando un salto hacia el infinito.

jueves, 7 de junio de 2012

EL JUEGO DE MORIR


Era un juego eso de morirme. 
Respiraba de a poquitos,  aguantaba hasta que mis pulmones dejaban de jugar, poniéndose en la pared de los perdedores.
Era un juego de una contra una, de perder ganando o de ganar perdiendo.
El caso era jugar a la desesperada, a ver quién saltaba más veces, aunque yo apenas saltaba, me cansaba demasiado.
Los mayores jugaban de otra manera. 
A verme morir, a decidir cuándo y de qué forma iba a suceder.
El de la bata blanca dijo que no llegaría a los siete años. Los otros corrieron y perdieron,  lloraron sin decir nada.
Era un juego extraño eso de morirme . Ellos venían, me miraban en la cama, con caras serias y sonreían de manera forzada.
No era mi cumpleaños, y me traían regalos. A mi madre, le brillaban los ojos cuando me miraba.
Suspiraba mucho al peinarme las trenzas y no me reñía si me quejaba de sus estirones.
Seguía respirando a poquitos y miraba cómo las golondrínas hacían el nido en  mi ventana.
Olía el pelo de mi madre cuando tomándome en brazos,  me enseñaba los huevos de las golondrinas "tan chicos",  cantándome  una nana.
La tormenta rompió el nido. El nido rompió los huevos...."tan chicos". Mi madre miró y lloró,  como nunca lo había hecho.
El tiempo se la llevó y aquel olor se quedó conmigo.
Sigo jugando a eso de morirme, aunque ya no respiro "a poquitos".