domingo, 12 de junio de 2011

EL SUJETADOR


Nunca más hablaron de ello.
Hacía tantos años y pese a todo, siempre que se encontraban la una o la otra
bajaba los ojos como pilladas en falta.

María era alta como las espigas del campo, algo desgarbada, pero su cara era tan dulce
como la miel que criaban en casa.
Belén, era menuda...había que verla corriendo tras las vacas, apenas una cabecita con rizos negros
pero con tanto genio, que no había vaca que no la hiciese caso, más que a los perros.
María pasaba siempre por el caserío a recogerla camino de la escuela.
-¡¡Belen...vengaaaaaaaa!!
Y Belén corría como un gamo con la libreta y el lapicero en la bolsa de tela....
El padre de Belén se puso enfermo. Vendieron el caserío y se trasladaron al pueblo, cerca de la casa de María.
Una tarde María la hizo señas desde la ventana para que pasara a su casa. Belen corrió sin que su madre se diera cuenta.
-¿Que pasa?
-Mira, lo que me ha comprado mi madre
y le enseñó un sujetador menudo de color blanco...
-¿Ya necesitas sujetador?
-¡Claro que lo necesito, ya tengo trece años!
-Si y yo también, pero tienes pechos para meterlos ahí?
-¡Claro que tengo, mira! Gritó, abriéndose la camisa y mostrando unos diminutos senos
Belén se quedó mirando sus pequeñas protuberancias e instintivamente puso sus manos
sobre ellos.
Sintió un calor extraño. Una sensación única y entonces María la besó en los labios.
No sabrían decir cuanto tiempo duró aquél beso, ni cuanto estuvieron las manos de Belén acariciando sus senos., ninguna de las dos sabría decir nada, porque aquella mañana fue la última en que ellas se hablaron.
Siguieron creciendo la una al lado de la otra, sin hablarse...bajando los ojos para no recordar
aquel día en el que ambas sintieron un extraño y- según el cura - pecaminoso placer.

sábado, 11 de junio de 2011

LA PROMESA


El pueblo entero le acompañaba todos los años.
Siempre a la misma hora, siempre de punta en blanco.
Fermín es, el hijo del pueblo.,porque el pueblo lo ha criado, desde que lo abandonaron allí, debajo del arco de la entrada...el cura lo tomó y entre todos lo educaron, vistieron y alimentaron.
Fermín era el hijo de todos.
Tan listo, tan bueno, tan amable., hasta que el maldito jaco le pego la coz y le dejó en lo infantil para siempre.
Siguió siendo el hijo del pueblo aunque, ya no fué el más listo.
Fermín hizo una promesa cuando Doña Felisa, -la estanquera- a la que quería como a las ciento veinte madres que tenía, se puso tan enferma.
Rezó con fe y prometió.
Eso fue hace veinte años y sigue cumpliendo -o al menos intenta cumplir-
Todos los días de San Fermín, de punta en blanco, estrenándolo todo, se acerca a la acequia intentando saltarla.
Todos le acompañan con jolgorio por las calles , pero al llegar todos callan.
Fermín se quita la chaqueta, la dobla como si de un rito japonés se tratase., se saca los zapatos y mira al cielo, persignándose.
La acequia tiene cincuenta centímetros de ancho...no es nada.
El problema es que siempre confundió los dos términos y prometió saltar a lo largo...son sólo catorce kilómetros, pero no le alcanzan las piernas por mucha fe que le pone...
Hoy le toca a Margarita -la madre de la farmacia- traerle las toallas y el albornoz para secarle.
¡¡Venga Fermín, que tu puedes!! -gritan todos a una- y a una sueltan el
 “¡¡Oh...por poco..!!”  de todos los años, frente al rostro decepcionado de un hijo tan bueno como,  voluntarioso y cumplidor.

jueves, 9 de junio de 2011

GARGOLA

GÁRGOLA

Desde arriba, la gárgola la mira.
Ella tiende la ropa todos los jueves, en el terrado de enfrente.

La gárgola la mira con su inmensa boca abierta, no tanto por la premura de vaciar de agua el techo de la catedral, como por la belleza de aquella mujer.

Cuando el sol le da de cara y sus ojos lucen un violeta inusual, igual al color de las vidrieras de la catedral que cuida.

Es jueves de gozo.
De verla, de disfrutar contemplando su cuerpo, extendiéndose
como un junco al colgar la ropa.

Jueves de alegría, pese a no poder mover un músculo de su boca de piedra, babeante de agua o preñada de rastrojos, hierbas sin flores.

Es jueves de blancas sábanas; pequeños calcetines; pinzas en la boca y canciones que no logra entender....es jueves.

jueves, 2 de junio de 2011

DECLARACION POR LA WEB


Ya sé que no se lleva escribir cartas de amor.
Sé muy bien que no hay tiempo
para macerar sentimientos
dándole vueltas a tu balcón imaginario
tocándo cítaras,
que ya no sabría donde comprar
ni coros que están
casi todos sintetizados
en unos aparatos con muchas teclas
que por supuesto mi torpeza
no me permitiría
aprender a tocar 
en lo que  me reste de vida.

Quería decirte que,
-"si...ya me espero, atiende la llamada...."
-"¿Ya, puedo seguirtela leyendo....? Si tienes prisa, te la mando por email..."
-"Vale, entonces sigo."
Quería decirte que, siempre creí que el amor era un invento americano
que no era cierto eso de las mariposas en el estómago, porque yo nunca
sentí una cosa asi.....
-"¿Cómo dices...? Espera que se entrecorta el sonido....
-¿Si tenemos un escritor que se llama....?"
-"Repitemelo......hum.....luego te lo miro."
-"¿Donde me había quedado...?"
-"¿Que tengo dolor de estómago porque me he tragado una mariposa?....
-"no cariño, decía que tenía dudas sobre....."
-"Oye....sólo quería...¡que se te va la imagen! ...¿me oyes? ¿cómo dices?...
-"vale te llamo luego....que te llamo luego....
-"Sólo quería decirte....oye....¿me escuchas?
¡¡TE AMO..!!

miércoles, 1 de junio de 2011

CITA EN EL HOTEL


Hay un nudo gordiano entre deseo y realidad,
porque no es amor lo que le ofrece, es pasión; juego; mentira y ese no querer
ser plato de una mesa, que no le satisface.
Ella le detesta tanto como le ama.
Hay un collar de mentiras sobre la mesilla de noche. Un reloj que no es el que ella le regaló
y una cartera con fotos de sus hijos.
El la llama y ella corre. Unas horas previstas, una pasión más o menos rebajada por los años
y un "es tarde, ya sabes los chicos, me esperan en casa" que se clava en su pecho desnudo y aún caliente.
Llena de su olor, de su deseo, que satisfecho, tiene prisa en marchar en busca de lo cotidiano, de esa rutina que le complace, cuando el cuerpo ha satisfecho su necesidad de placer con algo de adrenalina, por aquello de “lo no permitido”.
Sola en el hotel sin prisa, sin querer pensar, contempla las medias rotas, esas medias carísimas
de las él no se percató.
El tiempo la mece a cámara lenta mientras se viste.
Retrocede con su imaginación mientras recoge su mata de pelo, en un moño que la vuelve a una mujer corriente, lejos de la meretriz que ha sido horas antes entre sus brazos.
De camino a casa, conduce sin prisa, relajada y serena, consciente de la rutina que encontrará.
Al entrar, escucha el barullo en la cocina...
Besa a su hija quitándole una mancha de harina que se había posado en su nariz.
¿Y tu hermano? Pregunta sin mucho interés....
-En su cuarto,  conectado, como siempre.
¿Que tal el viaje a Barcelona?
-Bien, ya sabes, rutina.
Germán sonríe y la mira acercándose a besarla..
-Estás preciosa, le dice al oído.
  • Ya mi amor, pero ten cuidado...otra vez te dejaste el reloj en la mesilla de noche....
  • Menos mal que me di cuenta.