viernes, 19 de junio de 2020

ESPERAR

Aprendí a esperar tras las rejas del internado,
oteando la libertad de un velero,
sobre el mar azul,
sin saber que tampoco era libre,
-eso lo supe más tarde-.
Aprendí a esperar los atardeceres rojos,
donde el viento se vestía para bailar con los pinos,
despuntando pequeños puñales verdes.
Y esperé presa de la religión,
de las costumbres,
las situaciones,
lo que se podía y lo que no se pudo.
Aprendí a esperar pero ellos no entendieron,
tenían un libro,
obedecían a un libro,
donde yo no estaba,
aunque estaba escondida entre sus líneas.
Y esperé en sus normas,
y fui como ellos,
pero no tan ellos,
como ellos quisieron.
Y me cansé de esperar,
lo dejé todo y me fui,
a donde tú
-que sigues su libro-
no irías pero yo, que ya no seguía nada,
ni a nadie, si fui.
Y ya no esperé,
claro que nadie me esperaba,
pero comprendí que,
tampoco los veleros de mi infancia eran libres,
Tenían un patrón,
que izaba o arriaba las velas,
como hicieron conmigo tantas veces.
Ahora ya no,
ahora camino,
despacio o deprisa,
he aprendido a no esperar.
¿Para qué conjugar el verbo,
si a mi, no me esperan?

imagen: Marlen Celorio

miércoles, 17 de junio de 2020

TE AMO

Te amo,
en tu idioma y en el mío,
que es el mismo,
aunque no me entiendas.
Te amo,
por grafismos,
por señas,
por señales,
por mapas de carreteras,
que no se usar.
Por postales cursis,
por músicas románticas,
por lencería comestible,
por desnudez insinuada.
Te amo,
por lo que sabes,
lo que ignoras,
lo que sé,
lo que creo que sé,
aunque esté equivocada.
Te amo,
dentro y fuera,
por ti y por mi,
sin preguntar,
preguntando,
mientras duermes,
caminas,
despotricas,
te enfadas y me enfado,
en tu idioma que es mío,
aunque no lo parezca,
sencillamente...te amo.

imagen: google

martes, 16 de junio de 2020

CARICIA AÑORADA

Ayer te abracé.
Tiempo después,con una sonrisa,
recordé el abrazo.
Hoy me entretengo en acariciar las palabras,
como si fueran tu cintura.


Imagen: google  

lunes, 1 de junio de 2020

VOLVER A PARÍS

Me duele París, sin tu mano,
sin un café endulzado con tu mirada,
con tu ojos de asombro en las avenidas,
sin tu risa frente a una torre
a la que tu vértigo y el mío,
no nos permitirá subir.
Me duelen las brumas
alrededor del batobús
el pasar bajo los puentes
sin poder besarte.
Las calles llenas de tenderetes
con gran multitud de quesos expuestos,
que tú comerías tan sólo con la mirada,
por aquello de "mantener la línea".
Me dá igual el Sena,
sin hacerte tocar sus aguas,
sin mostrarte las barcazas
donde viven los últimos románticos.
Notre Dame la hermosa gótica
me recuerda a Quasimodo,
Y por querer, quisiera
que durmiésemos en aquel hostal

enamorado de Esmeralda.
Los tenderetes de la izquierda del río,
los locales de jazz y el café de Flore.
La bohemia turística de Montmartre,
que nada tiene que ver con aquella época
del Bateau-Lavoir donde los artistas
Kees Van Dongen, y Picasso, compartieron
hambre, arte, frío y descaro.
En el Folies Bergère nadie volverá a ver
a Joséphine Baker, vestirse con platanos,
y el Moulin Rouge tiene la misma pinta,
que el Molino de Barcelona.
Quiero que vayamos al museo D' Orsay,
el Louvre me agobió como me agobian
las grandes superficies.
del viejo corso, cargado de medallas,
de bigote curvo como las dagas.
Quiero volver a París contigo de la mano,
viéndola como sueñan,
los que sueñan con París,
enamorada.


Imagen: Google