domingo, 20 de diciembre de 2015

LA POESÍA Y YO

Aquel momento,
en el que la música me lle
el alma de poesía,
fue la noche en que sin poder dormir
abrí la ventana a la imaginación.
Hable con un lucero,
me vestí con las plumas de la noche,
alcancé una estrella con mi boca,
y puse un beso en la comisura,
de una gota de rocío.
Volé desde el monte al mar,
sobre el unicornio dorado,
para que me diesen,
la primera hoja de papel,
desnuda de palabras,
virgen de versos.
No supe de un rabo de nube,
hasta mucho más tarde,
cuando enamorada de la vida,
sin saber cómo amarla,
la quise dejar para no mancharla,
con mi ignorancia.
No quiso soltarme y me ató a la palabra,
al poema,
al ritmo.
Canté en silencio,
con los puntos suspensivos,
al amor,
a los celos,
al miedo a no tenerlo,
a no saber,
a perder,
a llorar el desamor
a enamorarme.
Y fueron cálidos los cuerpos que amé,
y ardieron en el fuego de mis poemas.
Mis palabras ataron sus senos a mis manos,
a mi boca las suyas,
a mi sexo el mar profundo,
azul,
verde y azul,
sus miradas pozos de mi asombro,
que canté desde el inicio de mi vientre.
Me uní a lo prohibido del
"No harás" e hice y sigo haciendo,
porque no puedo dejar de ser,
quien canta o grita,
quien ama o detesta,
adicta y adictiva,
nací para enamorarme de un poema,
que no he escrito todavía,
y tengo miedo de no poder,
o no saber escribirlo nunca.

imagen:google