Aquella luz de agonía
el ventanal sin otra imagen
que los ladrillos
haciendo dibujos simétricosla jaula de canarios sin canarios.
El hombre gordo
acodado en la ventana
escupiendo
mientras sus dedos amarillos
de fumador furibundo
hacían juego con el amarillento
de su camiseta adornada
con agujeros de polilla maestra.
La anciana intentando enhebrar
la aguja que se negaba a pasar
por un ojo casi invisible a los suyos
y las bragas multicolores
de la prostituta del quinto.
Aterrizaban en el papel de aquella joven
que lo miraba todo con ojos nuevos.
Todo por estrenar
el cuaderno llenándose de notas
ella sin darse cuenta
de que yo la miraba
y con ella, con su asombro
escribía este poema .
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