Aunque no me mires,
se que me miras.
Queda y quieta,
haces que me inquiete.
La penumbra de tu aliento,
sube por mis piernas,
se agarra a mis muslos,
trepa por mis caderas,
alcanza mis pechos y un ardor,
sube por mi cuello hasta mi boca.
Entonces, sin comprenderlo,
siento el rubor perdido, de regreso a mi cara.
Me descubren tus ojos, tu boca me atrapa,
desnudándome en la vorágine de un beso,
en silencio, sin decirnos nada.
imagen:Anatoly Toor
Maravilloso. Abrazos.
ResponderEliminarMuchas gracias, poeta
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