domingo, 22 de febrero de 2015

ROPERO



En el ropero de la vida,
cuelgan los trajes de diario,
algunos anchos, otros,
imposibles de estrechos,
los más, pasados de moda,
de gusto y a disgusto hay que ponérselo,
porque no hay más, que lo que cose
la tienda de su esquina,
que ni esquina tiene.
En el probador me lamento,
al dependiente que no escucha,
no me gusto nada con este traje,
pero no tengo más que lo que tengo.
Paso desapercibida,
en el metro me empujan,
me rompen una manga, sin disculparse,
y sigo el camino de mi traje de hoy,
sin saber de que tela me tocará
la próxima semana,
ni si la talla terminará por entrar en mi cuerpo
o yo en el suyo a golpe de calzador.
Me pregunto si tendré una percha
que vaya de acuerdo con este color
tan indefinido como su corte
y esta confección vivida
a tallas inadecuadas y tejidos con tara.




 imagen: Amanda Charchian





















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