domingo, 14 de abril de 2013

BIBLIOTECA PUBLICA


Aquí duermen los silencios, 
esos que gritaban 
en las plazas de los corazones

junto a Chindasvinto, Bamba y Teodorico
Aquí descansan las palabras de Cesar
el grito desconsolado de
"¿Tú también Bruto, hijo mío?"
Gustavo busca las golondrinas oscuras
esas que nunca regresaron.
La melancolía de Alfonsina
recita los versos desgarrados de
"Daño tan grande, Dios te lo perdone.."
Nietzsche barrunta que
"Los monos son demasiado buenos
para que podamos descender de el"
Neruda repite con voz meliflua
"Me gusta cuando callas..."
Y Federico sonríe y llora, en un Nueva York
gris colapsado por la pobreza
Al otro lado del mar
Hernández se desespera
ante el hambre de su hijo
"En la cuna del hambre
mi niño estaba..."
Schopenhauer taciturno repite
"La soledad es la suerte de todos los espíritus excelentes"
Mientras Anais Nin copula
tras las obras completas de Baudelaire
con Miller, lejos del Trópico de Cáncer.
Chistan los bedeles el sonido
las luces, parpadean
huele a saber que nada se sabe
a miedos recogidos entre papel
sabidurías que de poco sirvieron
La sección de Humanidades
acumula olvidos
Kavafis llora escribiendo "Muerte por agua"
mirando a Dorian Gray abrazando
a Oscar Wilde entretenido
viendo escribir a Pessoa la inmensa
"Tabaquería"
Virginia Woolf contempla el agua de "Las olas"
y Alejandra Pizarnik llena el vaso
terminando con el trágico poema
de su vida.
Se arrastran las sillas
en los ojos hay un rojo de cansancio
las luces se apagan
todos regresan en silencio
a los anaqueles ordenados
por temas y nombres
huele a papel húmedo
a libros pidiendo manos y ojos
que les saquen del polvo
al menos una vez...
Huele a sabiduría enlatada
con la que no hemos hecho casi nada
porque siguen dormidos
los gritos de ese silencio de siglos
y nuestros despropósitos
no sólo nos han vuelto sordos
ahora, también nos hemos
convertido el ciegos.

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