El demonio jugaba conmigo.
Tras de mi corría la lluvia
intentaba alcanzar al tiempo dormido sobre las nubes negras.
Los paraguas se abrían solos
tratando de proteger las piedras
hermosamente húmedas.
El cielo reía descargando
mundos de agua sin dirección
sobre mi espalda.
Puse un reloj en marcha
sobre el tiempo dormido
sin despertarse explotó
llevándonos a todos por delante.
El demonio, bostezó sonriendo.
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