Hay días tan cansados
que amanecen sentados
en el sofá de la desidia.
Días de nadie, anodinos y parcos en todo.
Me asomo con miedo.
Temo caer en la espiral del ¿Para qué?
donde la respuesta es un bostezo
y el bostezo, un dejarse llevar
sin pensamiento alguno.
Hay días que nacen
debajo de la alfombra
llenos de pelusa,
estornudando deseos
fuera de sí.
Cierro los ojos para no mirarlo
para no mirarme
porque dejo de ser yo
y soy el estornudo de un ácaro
la pelusa de un abrigo
guardado en el invierno sin limpiar.
Soy cualquier cosa
menos quien soy.
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