Me sumerjo en el beso,
como entrando en un mar
cálido y blando.
Sorprendida avanzo
las brazadas de mi boca
en ese otro mar, que me acoje
sin lanzarme hacia sus rocas,
sin rasgarme con sus arrecifes.
Me dejo llevar por sus mareas
sin límites, sin cansancio,
vuelo sin alas, por el cielo del agua.
En su piel flota la mía,
me dejo llevar hasta el fondo,
sin miedo a ahogarme.
Aferrada a la arena de su lengua,
me paseo por sus labios,
hinco mis manos en la playa de su cuerpo,
mientras mis ojos se cierran,
al placer húmedo,
donde se bañan las sirenas.
Imagen: Red
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