domingo, 29 de mayo de 2011

EL NIÑO FEROZ



Aprendo y corro. Corro en busca de mi clan..debo ser lobo o loba,tal vez las dos cosas, soy tan rara....Busco el lugar donde asentar mi camada,  aunque ya no la tengo.  Ahora cazo sola, pero no estoy sola.Mis montes están quemados, sin verdor en los  árboles y mis ríos bajan casi secos llenos de matojos y piedras redondas que ya no recuerdan quien las desgastó.


El pastor me teme sin saber que yo, temo su furia de hombre que mata por placer, ensañandose sin freno.
He bajado a la ciudad.  He visto a hombres disfrazados de mi misma.  Lobos que no sabían que lo eran y  corderos oliendo a lobo.
Me he sentido una loba venida a menos. He  ahullado a una luna invadida de deshechos, lanzados desde un planeta
que ya no es azul.
Sin espacio, carente de grito primitivo, ni ganas de lanzarme a las gargantas de ningún ser bajo en calorias. sin o con …
me siento en este banco de la desidia, a esperar...no se que.
Un niño, cara pringada en chocolate me olisquea...y me aparto, no vaya a alzar la pata y me marque a mi, junto a su territorio, lleno de chucherias y mamás contandose las visicitudes del fin de semana esquiando en La Molina.
El niño me toca con un dedo, esperando un rugio o un mordisco, propio de un mal cuento de Disney.
¿Eres el lobo?
Si, les respondo...Me mira con una sonrisa malévola al tiempo que irónica. Corre junto a su madre y mientras corre grita divertido...
“Mami, mami, mira un lobo....no da susto....da pena", ¿Me lo puedo quedar para matarlo en casa?....
 Y oyéndolo sin escucharlo, la madre asiente con la cabeza, mientras yo corro hacia el monte pelado, con el rabo entre las patas

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