El hombre con una voz extremadamente varonil la dijo a través del teléfono “Te querré eternamente” y una extraña sensación le entró por todo el cuerpo. “Te querré eternamente” Sonaba tan bonito…tan inusual…tan sensual…rozando lo sexual…
Sintió una excitación haciendo carreras pantys arriba, pantys abajo.
Lo escribió por todas partes…con fecha incluida…. en lo eterno y empezó aquella c
osa en el estómago a hacerle la puñeta.
Te querré eternamente….pensó a las seis de la mañana y a las doce, tenía empacho de querer
Imaginó una semana eterna y el estómago echo en falta el Omeoprazol.
Esto del querer –se dijo- resulta un poco pesado
Era cierto que el galán tan sólo se la había declarado por teléfono y ella no respondido nada. No le conocía y por tanto, se abstuvo de contestar ni una sola palabra. Colgó sin decir palabra, pero aquello de “eternamente” empezó a parecerle un abuso.
Sin saber por qué, estaba segura de que él, volvería a llamarla. Se sentó al lado del teléfono a esperar.
Eternamente -se dijo entre dientes- ¿Pero que se habrá creído? Con lo aburrido que es estar con alguien una tarde, imagínate lo que será eso de eternamente.
No llamó. Esperó inútilmente. El sábado adelantó sus compras con la esperanza de no dejar de estar cuando el la llamase. Tampoco llamó. Y aquella eternidad tan efímera se le empezó a atragantar y el estómago siguió pidiendo Omeoprazol y esta vez no por exceso, antes al contrario, fruto de la rabia y la dejadez de su frívolo amor, cuya eternidad fue tan pasajera.
El lunes a mediodía, el teléfono brincó y el sonido estridente retumbó en toda la casa. Ya está ahí ahora me va a oír…Y le oyó…”Te querré eternamente…la colonia que no la abandonará nunca, se pondrá a la venta en todas las perfumerías mañana a las doce en punto.
Miró el teléfono con rabia y de un tirón rompió el cable. Condeno la línea a estar muda…algo así como “eternamente”.
Te querré eternamente….pensó a las seis de la mañana y a las doce, tenía empacho de querer
Imaginó una semana eterna y el estómago echo en falta el Omeoprazol.
Esto del querer –se dijo- resulta un poco pesado
Era cierto que el galán tan sólo se la había declarado por teléfono y ella no respondido nada. No le conocía y por tanto, se abstuvo de contestar ni una sola palabra. Colgó sin decir palabra, pero aquello de “eternamente” empezó a parecerle un abuso.
Sin saber por qué, estaba segura de que él, volvería a llamarla. Se sentó al lado del teléfono a esperar.
Eternamente -se dijo entre dientes- ¿Pero que se habrá creído? Con lo aburrido que es estar con alguien una tarde, imagínate lo que será eso de eternamente.
No llamó. Esperó inútilmente. El sábado adelantó sus compras con la esperanza de no dejar de estar cuando el la llamase. Tampoco llamó. Y aquella eternidad tan efímera se le empezó a atragantar y el estómago siguió pidiendo Omeoprazol y esta vez no por exceso, antes al contrario, fruto de la rabia y la dejadez de su frívolo amor, cuya eternidad fue tan pasajera.
El lunes a mediodía, el teléfono brincó y el sonido estridente retumbó en toda la casa. Ya está ahí ahora me va a oír…Y le oyó…”Te querré eternamente…la colonia que no la abandonará nunca, se pondrá a la venta en todas las perfumerías mañana a las doce en punto.
Miró el teléfono con rabia y de un tirón rompió el cable. Condeno la línea a estar muda…algo así como “eternamente”.
promesas efimeras, tantas habremos escuchado, buen relato realmente
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