Velo su sueño,
desvelando el mío.
Su piel descansa
entre las sábanas revueltas
de una pasión apenas apagada.
La madrugada da un cierto olor
a las flores.
Los neones alumbran,
las sombras de los árboles.
Mientras los visillos,
del balcón al que me asomo,
recorren el corto espacio
que le permiten las cadenas,
que los sujetan al barral,
casi en el cielo de la habitación.
La miro,
leo su cuerpo como leería un poema,
despacio, en voz baja y suavemente.
Tocarla es un sueño,
sentir cómo me toca, un delirio,
pero mirarla,
ver cómo duerme, es un regalo,
con el que visto cualquier fantasía,
que haya tenido antes y ahora.
Por eso,
vale la pena desvelar mi sueño,
para velar el suyo.
imagen: pag.de Face
Su piel descansa
entre las sábanas revueltas
de una pasión apenas apagada.
La madrugada da un cierto olor
a las flores.
Los neones alumbran,
las sombras de los árboles.
Mientras los visillos,
del balcón al que me asomo,
recorren el corto espacio
que le permiten las cadenas,
que los sujetan al barral,
casi en el cielo de la habitación.
La miro,
leo su cuerpo como leería un poema,
despacio, en voz baja y suavemente.
Tocarla es un sueño,
sentir cómo me toca, un delirio,
pero mirarla,
ver cómo duerme, es un regalo,
con el que visto cualquier fantasía,
que haya tenido antes y ahora.
Por eso,
vale la pena desvelar mi sueño,
para velar el suyo.
imagen: pag.de Face
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