Sé que la nostalgia me mira,
se pasea por mis recuerdos,
tratando de quitar el polvo enquistado,
entre las hendiduras del cristal,
y las heridas de la madera.
El espejo guarda los rostros,
ninguno cae del vidrio,
todos coexisten vagando de norte a sur,
del ángulo al centro, donde mi nariz,
es tan sólo un kilómetro cero.
Cada una de mis memorias
tiene una cara,
un perfil,
un carácter definido.
Nunca las dejaré marchar,
son parte de mí,
soy ellos, me visten sus hechos.
Me acarician los buenos momentos,
aunque me lastimen las angustias,
de aquellos que no lo fueron.
No hay guirnaldas,
no hacen falta más adornos que los hechos.
Algunas veces toqué el cielo, de tanta felicidad,
aunque duró muy poco.
La verdad se difumina pasando a ser, otra cosa,
el acomodo por si no somos felices,
al menos, nos negarnos a ser desgraciados.
Pongo música a cada recuerdo,
bailo con cada uno de los momentos,
importantes de esa orquesta, que ha sido y es,
quien toca la partitura de mi vida.
Ayer un ritmo,
hoy otro,
mañana...¿Quien sabe nada de mañana?
Me gusta la mata de pelo de mi nostalgia.
Ese negarse a envejecer conmigo.
Seguir siendo tan jóvenes los pasados hechos,
y buenos o no...¡Tan bellos!
imagen: Janson Ierace
—se pasea por mis recuerdos,
tratando de quitar el polvo enquistado,
entre las hendiduras del cristal,
y las heridas de la madera.
El espejo guarda los rostros,
ninguno cae del vidrio,
todos coexisten vagando de norte a sur,
del ángulo al centro, donde mi nariz,
es tan sólo un kilómetro cero.
Cada una de mis memorias
tiene una cara,
un perfil,
un carácter definido.
Nunca las dejaré marchar,
son parte de mí,
soy ellos, me visten sus hechos.
Me acarician los buenos momentos,
aunque me lastimen las angustias,
de aquellos que no lo fueron.
No hay guirnaldas,
no hacen falta más adornos que los hechos.
Algunas veces toqué el cielo, de tanta felicidad,
aunque duró muy poco.
La verdad se difumina pasando a ser, otra cosa,
el acomodo por si no somos felices,
al menos, nos negarnos a ser desgraciados.
Pongo música a cada recuerdo,
bailo con cada uno de los momentos,
importantes de esa orquesta, que ha sido y es,
quien toca la partitura de mi vida.
Ayer un ritmo,
hoy otro,
mañana...¿Quien sabe nada de mañana?
Me gusta la mata de pelo de mi nostalgia.
Ese negarse a envejecer conmigo.
Seguir siendo tan jóvenes los pasados hechos,
y buenos o no...¡Tan bellos!
imagen: Janson Ierace
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