Hay silencios
que arañan la tierra,
con amargas consonantes
presas entre dientes
a modo de rastrillos.
Abren surcos en las almas
para no plantar nada.
Portadores del virus del desamor,
saltan por encima de las penas
de aquellos que,
aún esperan una simiente
y la compasiva lluvia que haga renacer
el negado diálogo, antes de secarse
en la turbia acequia del abandono.
.
Imagen: red
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