Peregrinar sobre el camino de una misma,
volver la mirada sabiendo la senda pasada,
y tropezar nuevamente con nuestros propios pies.
Intuírnos torpes sin tratar de ignorarnos,
querernos pese a todo, aún siendo,
jueces y reos de nuestras miserias.
Volver a pisar las calles.
libres de algunas cadenas,
donde nos atamos por propia voluntad,
por amor, cariño o ignorancia.
Dejar atrás las rejas,
liberándonos poco a poco,
del peso de nuestras debilidades,
volviendo a reconocer
la inmensidad y belleza de la vida,
con una sonrisa algo triste.
imagen: Pavel Tereshkovets
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