
Su cara me sonaba de algo, pero yo siempre fui mala para las caras. Callaba ,seguía sin decirme nada.
Se limitaba a mirarme y a sonreír. Me llegó a irritar tanta sonrisa -y mira que es difícil irritarme!!-Intenté decir alguna cosa..pero no pude.Como si de una parálisis repentina se tratase, mi voz se negó a articular palabra alguna.
Allí estábamos, aquella mujer y yo, frente a frente, a las ocho de la mañana mirándonos como dos estúpidas y sin decir nada.
El corazón empezó a latirme a un ritmo acelerado...en mis sienes retumbaban frases como "Que hable...que diga algo...que hable". Y se hizo el milagro...la mujer del espejo lanzó una carcajada que retumbo en el pequeño cuarto de baño, dándome un susto inesperado., y entonces reconocí el paso del tiempo en mi cara.
No hay comentarios:
Publicar un comentario