La primera vez que nos vimos,
me habló de sus pinturas.
La segunda
quería mostrarme su arte.
Pintaba como los ángeles
aunque tenía la sonrisa morbosa
de un erótico demonio.
Fué en su casa donde, supe con certeza
que los descendientes de Luzbel
no tienen el sexo de los ángeles.
mabel escribano
d.r.
imagen: google
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