Cuando tengo tu mano,
no siento dolor, ni miedo,
ni esa angustia que casi siempre,
viene acompañándome.
Al regreso de haberte ido,
a ese "ninguna parte" donde te vas,
cuando me dejas, sin querer mirarme,
todo cambia, incluso este corazón mío,
se para un poco, queriendo acariciarte.
Cuando soy tu mirada, y tú la mía,
no hay un vestido que le cuadre más,
ni quede más hermoso,
que tu cuerpo y tu persona,
en mi pobre escaparate.
ni esa angustia que casi siempre,
viene acompañándome.
Al regreso de haberte ido,
a ese "ninguna parte" donde te vas,
cuando me dejas, sin querer mirarme,
todo cambia, incluso este corazón mío,
se para un poco, queriendo acariciarte.
Cuando soy tu mirada, y tú la mía,
no hay un vestido que le cuadre más,
ni quede más hermoso,
que tu cuerpo y tu persona,
en mi pobre escaparate.
imagen: Gerhard Merzeder
No hay comentarios:
Publicar un comentario