Viajaba por el mar de la angustia
quemándose con puntas
de estrellas muertas.
El vientre de su alma
abierta la húmeda herida
jugueteaba con la muerte
mientras los gritos de pánico saltaban a la comba
con la cuerda de los días
de un futuro inexistente.
El universo
le secaba el llanto de océano
el sol se tapaba los rayos
para no verlo
la luna jadeaba tras una nube
que temblando se expandía de miedo.
Y el dolor
seguía en los ojos del hombre
doblándole como a un pañuelo.
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