Recuerda que mis labios
siguen buscando tu boca
que pese a provocar llantos mutuos también las risas nos rodearon
y nos rodean cuando hablamos.
Las caricias tuvieron casa y aún la tienen
cada vez que abres los ojos
y me sumerjo en ellos.
Que tus brazos y los míos
son cunas donde duermen las alegrías
hijas de la esperanza
y siempre montadas en ella
hemos llegado al puerto del encuentro.
Recuerda que el desacuerdo
nunca ha impedido que tus dulces miradas
y las mías fueran conmutadores para encender
las luces de nuestros corazones.
Zarcillos precisos, caravanas de plata
para la belleza de este amor
que sigue alimentando nuestras almas.
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