Hay días que no me levanto de la cama
se levanta mi tristeza por mi
y en lugar de vestirse, se desnuda.
Dobla sus penas, lava sus angustias
guardando la melancolía en el cajón
del "para luego".
Días en los que hay que parir
aunque nos duela
esas dos lágrimas
que tintinean en los ojos
con dolores de parto
dilatando lentamente
creyendo que ya están aquí
pero, no, aún toca dilatar más y más.
Un pensar
rompiendo aguas por dentro
percatándose de que ha de ser
un parto en seco.
Que va a doler
porque duele parir el llanto
este tan triste, tan hijo de su madre
tan parecido a ella.
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