domingo, 3 de marzo de 2013

UNA



Una se sienta en un café
y espera
al camarero, que no aparece
al lápiz que se ha quedado sin punta
al cuaderno, que lo pedí de cuadrícula
y ahora me percato
me lo dieron blanco.
Una se sienta en un café
y espera
que la vida le dé una razón
por pequeña que sea
para seguir mirando
un cielo que no existe
una felicidad que gotea
esperanzas sin dejarnos
abrir el chorro de la realidad.
Y poco a poco
una se percata
de que las mesas de mármol
están llenas
de poemas inconclusos,
dibujos de margaritas rotas
corazones atravesados por flechas
números de teléfonos
imperceptibles por el tiempo
y la bayeta húmeda
que han pasado
esos camareros que no vienen
que no te ven
que están muy ocupados
con el resultado del fútbol
discutiendo sobre Messi
con un cliente de los de siempre.
Cansada de esperar
una se levanta,
recoge sus cuatro cosas
el camarero,entre un penalty
y un fuera de juego que no fue
nos ve y se acerca
pero ya no importa.
Cansada de esperar
a la vida
sin sacapuntas
que olvidé hace años en el colegio
al cielo que no nos protege
a la felicidad en dosis para
menores de dieciocho años.
Me marcho sin decir nada
el café me lo tomaré en casa.

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