cuatro movimientos,
dos giros y la música para.
se esconde tras el biombo,
quitándose la ropa para dejarla caer,
con un erotismo lleno de malicia,
sobre el borde de la mirada.
El paisaje cambia el horizonte taciturno,
por una luz rojiza.
Tango arrabalero de dama solitaria,
que excita el aire enredado en su pelo,
clavando el acento de sus tacones,
sobre la tierra húmeda.
mabel escribano
d.r.
imagen: google
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