Para salir de la vida que no era mía
tuve que ser locura, andar de espaldas
aceptar las risas sobre mi llanto
cuando todos lo negaban.
Yo era y no era
porque ser era otra cosa
ser era saber quién era, y yo
no lo sabía.
Tenía un nombre, siempre lo tuve
me parió una mujer y me lo dio
para alabarlo o maldecirlo, pero me lo puso
fue mío desde el inicio.
Quise salir de aquella mentira
del traje que me cosieron y para hacerlo
me rompí en mil pedazos
rompiendo a quien engendré en mi vientre.
Maldije el dolor, sus ojos me miraban
sin comprender que era una lucha por mi vida
aunque frente a la mía estuviese la suya.
Sin poder soportar el grito de quien tanto amaba
abrí la puerta a la demencia,
abrazando su indiferencia
con la misma pasividad que ella me abrazó.
La gran madre autista de miles de seres
extranjeros de sí mismos, pululando entre lágrimas
colgadas de los árboles.
Frutas inmaduras del dolor sin esperanza
de quien no sabe
no entiende
no comprende
no contesta a preguntas lógicas
porque no están donde ella está
ella no sabe si existe o no existe, pero
en el fondo saberlo no le importa.
Me enfundé el traje de noche de la enajenación
subiéndome a los tacones del olvido
echarpe blanco de aullidos ajenos.
Collares de ansiolíticos sobre mi pecho
ojos cansados, adivinando imágenes
cartones con manchas... ¿A qué le recuerda esto?
Tal vez... ¿el retrato de su sexo?
Para salir de la mentira que me dieron
rompí el espejo y la imagen
dejando los añicos sobre el suelo
del abandono de mi propio aborto.
Me han pedido que vuelva y me he negado
estoy aquí, a pecho descubierto
dando la cara y de frente, a quienes me dieron un papel
que no era mío, en una obra sin autor
con un texto falso e indecente.
Hoy estoy aquí y aquí me quedo.
mabel escribano
d.r.
imagen: mía.
P.D. La depresión es una enfermedad común y de ella, doy fé,
se sale.
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