Un día me enamoré de una voz
no quise ver su cara
lleno de belleza.
Una pena que su conversación
fuese de frivolidad en frivolidad
como un pájaro indeciso de rama en rama
y dejé de amarla.
Con el tiempo he aprendido
a dejar de ser fiel.
La fidelidad no está de moda
y yo, tampoco.
Hoy, amo el color de un árbol que juega
con el ocre de este raro otoño.
Mañana, tal vez me enamore de tus ojos
- no temas, no te pienso decir nada-
o del hombre tirado en el banco
esperando la caridad de una palabra
que le haga sentir que no es invisible
ni está solo.
Si claro, como tú
yo también tuve amores de los otros
pero soy ambiciosa, y ahora no me conformo
con tener tan poca cosa.
mabel escribano
d.r.
imagen: mía
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