frente al sexo.
Descubre la suave delicadeza de una piel,
por ser caricia entre sus manos.
Sorprendida se agita felina,
sobre otro cuerpo,
que se ondula bajo el propio.
Oleaje sinuoso de un mar,
de gemidos al unísono.
Sinfonía ejecutada,
desde la obertura de la suavidad del beso,
preludio in crescendo del mutuo deseo,
prendido en el movimiento de las aletas nasales,
en la sed de los labios,
y abriendo las cortinas de los párpados,
el brillo del ansia en el dintel de los ojos,
que pasan a ser nuestros sin serlo,
porque con ellos
amorosa y sexualmente nos desnudan.
mabel escribano
d.r.
imagen: google
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