seguramente demasiado.
Por eso el amor, no me tuvo de dueña
y más de una vez, pese a pagar cuando correspondía
me echó de su casa.
Hubo un tiempo, que dormí al sereno
sobre el cartón del desamor y la nostalgia.
Hoy en mi casa -que no es mi casa-
duerme el amor hasta en las paredes
porque yo las alimento con el mío
sin pago alguno.
mabel escribano
d.r.
imagen: google
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