y sé que no es mía, que me okupa
porque no sabe de otro sitio donde la dejen estar.
me explica
me llora.
Y yo la dejo que, me explique
me cuente y me llore.
Trato de no mirar el reloj
de no darle la impresión de que me molesta.
Mira mis discos
repasa mis canciones
y quiere poner aquella de Georges Brassens
- Il n'y a pas d'amour heureux -
pero no la dejo
que no hay que meter, el dedo en la llaga ajena.
Casi dormida
se queda mirando el cielo
apoyada la frente en el cristal
del balcón de mi alma.
He de marchar, lo cotidiano no espera
tal vez al regresar se haya ido
decidida a okupar otra alma
algo más dispuesta, a llorar con ella.
Yo he llorado y sigo llorando de más
ahora me okupo -cuando puedo-
de otras cosas.
mabel escribano
d.r.
Imagen: google
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