Turbado se sienta frente al precipicio
sin saber qué hacer.
para seguir haciéndolo.
Aunque cansado, se pregunta si valdría la pena.
Un día el tiempo se sienta junto al corazón
dibuja minutos que, dibujan segundos adormilados.
En el suelo del espacio, pintan las piedras
imágenes de las épocas en las que
ambos, saltaba precipicios.
Ahora se miran y sonríen tenuemente
agotados y sin fuerzas.
Estirados en el suelo
duermen sin reprocharse nada
tapados por la extraña niebla de la memoria.
mabel escribano
d.r.
Imagen: google
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