Hoy he llenado
el cuerpo de la musa de mi soledad,
con las últimas flores que crecieron,
He bebido el vino de su boca,
mientras escribía en sus labios con mi lengua,
aquel poema que hablaba de un amor carnal.
Mis manos han recorrido su piel,
hecha de una música sin otro idioma
que el de su respiración y la agitación de la mía.
Tan solo para ella,
he inventado un nuevo erotismo,
donde las cortinas insertas en las alas de las libélulas,
han grabado su imagen haciendo el amor
sobre las hojas de un nenúfar,
clavado en el centro de mi sexo.
Hoy he recordado que hace décadas,
quise ahogarme en el lago de la ilusión,
y solo fui capaz de lanzar un poema
pidiendo socorro.
Nadie supo nadar hasta mi cuerpo
salvo mi joven soledad que,
me llevó a su orilla para siempre.
mabel escribano
d.r.
imagen: Jovana Rikalo
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