señora que no eres mía,
has de saber que,
todavía sueño con tu piel,
siento en mis manos
tus senos y veo,
la hermosa crecida de tus pezones,
esperando enfrentarse,
dulcemente a los míos.
Noche a noche,
me declaro vencida,
rindiendo la bandera de mi lengua
en tu boca.
Aunque no te vea,
señora que no eres mía,
has de saber que,
no hay hora en que,
mi cuerpo no te busque,
y sofoco el deseo imaginándote desnuda,
entre mis brazos y yo presa de los tuyos.
Señora que no eres mía,
ni tuya, ni de nadie.
mabel escribano
d.r.
imagen: google
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